Daniel de Culla, una obsesión clerical para abrazo de los niños

poesia

Daniel de Cullá. Poeta, escritor, pintor y fotógrafo, miembro fundador de la revista literaria  Gallo Tricolor. Miembro de la  Asociación Colegial de Escritores de España. Dirige la revista de Arte y Cultura ROBESPIERRE, moviéndose entre Burgos, Madrid y North Hollywood (USA). Tiene más de 66 libros publicados.
Ha realizado performances en Burgos, Madrid, Alemania, Bruselas y Suiza. Los últimos recientes en 2008 en Alemania: Hannover, Minden, Bielefield; Bélgica: Bruselas, St. Niklaas.
Hoy acercamos por aquí parte de su obra, entre delirante, amable y picante. Extensosson sustextos, en esta ocasión aquí, unas cuantas de sus ilustraciones y alguno de sus poemas, distintos a mucho de lo cotidiano, estilo lírico y descarado, jugando con vocablos y abordando la sexualidad desde puntos inesperados. irreverente y jugando entre la coherencia y lo desmesurado, aquí os dejamos una pequeña parte de su extensa obra. Daniel de Culla;

 

CUANDO JUAN  SE DESINFLO

Me lo cuenta mi amigo Juan

Funcionario de una administración local.

Él tonteaba con una compañera

A la que quería de veras.

Todos los días, para él, eran festivos

Pues su santo y seña se le salía de la bragueta.

Un día de gran valor, día de abril

Debajo de la mesa de trabajo

(Ellos estaban muy juntitos los dos)

Con su pene erecto le hizo un corte en el vestido

Pero ella, Adela le dijo a las claras:

-No pienses que te la voy a menear.

Él se levantó con pene de pena

Marchando al lavabo  para correrse.

Una vez hubo terminado

Abrió la taquilla de Adela.

Hurgándole el bolso, cogió su billetera

Guardándose una foto de ella

No sin antes besarla, diciéndole:

-El amor de los hombres no es cobarde

Y mañana te prometo que se mi cierras la braga

Me correré sobre el teclado de tu ordenador.

Pasó el día y vino el día siguiente

Ella venía guapa, pero yo más.

Nos sentamos a trabajar; yo, a trabajarla.

Listo y largo en su postura

Mi pene quería servirle como cicerone

En su sierra morena o Monte de Venus.

Ella se puso a hacer su trabajo en el ordenador

Yo me puse a ponerle en su vestido perlas blancas

Que me hubiera gustado que cayeran

Contra la campanilla de su garganta.

Ella se dejó hacer hasta que terminé yo

Preguntándome que quién se ha muerto

Respondiéndole yo, desinflado:

-Es mi cariño por ti que ya se ha muerto

Que estaba junto a tus muslos sin pasar adentro.

Entonces, de repente

Yo no sé si por arte de gracia erótica

Mi pene se puso bien erecto.

Yo saqué su foto y la besé; ella viéndome.

A los dos o tres golpes contra la foto

La atravesé

Comenzando a eyacular como un Asno.

¡Casi la dejo muerta¡

Con la intención de sobrevivir en su erotismo femenino

 Ella comenzó a recoger los restos de esperma

Diciendo:

-Estos restos no son para la tierra

Que son para mi boca

Sacando la lengua y comenzando a chupar y chupar

Tragar y tragar, exclamando:

                            ¡Qué ricos que están¡        –Daniel de Culla

 

TIZONA

         El viejo prostático sale del “Centro de Día Juan de Padilla”, en Burgos,  por la parte trasera que da a la calle Batalla de Villalar, encaminándose hacía la Avenida de Cantabria. Viene caminando, y  portando en su mano derecha una Tizona  o Tientaguja negra como un tizón o picha amedio quemar, parecida a esa barra de hierro terminada en punta pelleja que sirve para explorar la calidad del terreno carnal en que ha de meterse. Viene orinando el muy cerdo. ¡Y todavía tiene fuerza en su  micción¡ pues camina sin parar, como se hace cuando se anda a oscuras.

         Le hemos visto yo, y un matrimonio, que agacha la mirada cuando pasa el vejestorio, como si se tratara de creyentes que le rindieran veneración y culto. Entran en su coche y marchan al modo que lo hacen los religiosos de una orden monástica. Yo le miro. El me ve, pero no se inmuta. Sigue su camino meando en marcha, con parsimonia, con la exactitud de orinar en el centro de cada baldosa del suelo. Me ha obligado a bajar la vista, como quien hace cumplir bien los deberes de una religión o el buen comportamiento obligado.

         Paso de él, y me acerco al coche de mi “parienta” a coger las bolsas de las compras realizadas en Hipercor y Continente. Antes de regresar a casa, miró a lo lejos y ya no se le ve al señor de la Tizona de poco más o menos, “Mío Cid prostático”, señor comunero del mear, que  puso su titulillo de cerdo en el centro de cada baldosa, unidas por un hilillo pequeño, conservando el carácter feudal y querenciosos del hombre,  después de pasar del Centro de Día a la Avenida de Cantabria, donde se pierde, alejándose poniendo una esquina por medio.

Daniel de Culla

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