Transeuntes

El trasiego de derrotas. Vehículo de ilusiones. La muerte del día.

La casa espera en silencio. Siempre se acordarán de ti, aunque se olviden de sí mismos.

La guitarra, si no llora, no dice. Las canciones siguen ardiendo.

Los trenes no son ya, animales mitológicos. El cemento ahoga las verdades.

Mentiras calientes, remedian su frialdad, disfrazan el aire de alimento.

El folio en blanco espera marrones, huidas a medianoche, secuestros de otras vidas y el ruido en silencio. Escribe, escribe alto. Escribe hasta saber lo que dibujas, hasta saber lo que gritas.

Uno nuevo, uno solo, uno mejor. Otros muchos, otros mejores. Algunos insuficientes, sonríen mostrando el tejado.

Animales suspiran por nuestro final. Bárbaros nos precipitan. Extranjeros nos llaman.

Antepasados de colores. Herencia bélica y animista que demora nuestro viaje.

Experiencia que sobresale de la mesa. Guión que se improvisa.

Sabiduría sin expresión. Vocablos de torturas y cerrojos.

Fiestas de la imprecisión y el desparpajo. Luto por los libros. Ahora podremos leerte.

Oriente manda pistas. El origen te desprecia. Industrial se forjó el corazón, para cubrirse, para envenenarse de otra manera.

El pistolero no duda. El empresario ataca. El cura sabe bien qué decir. Las campanas doblegan tus lágrimas. Coges fuerza y resoplas, vístete para el trasiego. Prepara el tango. Cuelga la esperanza.

Pon a secar tus semillas. Exprime tu despedida. Vacía la luz. Ignora las medidas, constrúyete.

Salud mi vida.

A mi Memoria, allí donde esté.

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